ARTíCULOS

Cosas Raras

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Hay una cantidad de cosas raras en la Biblia.

Acerca de una roca que había en el desierto, durante la época del éxodo de los judíos de Egipto, cuando los perseguía Faraón, ¿se acuerda?, dice: "Y de esa brotaba agua..." (Deut. 8:15; Núm. 20:8 y 11;Salmos 105:41 y 114:8). Tanta agua, que -dice- bebió la congregación, y sus bestias. Ese gran pueblo bebía agua que brotaba de una roca. Y el apóstol Pablo agrega: "Y la roca los seguía..." (1ª.Cor.10:4). Un pueblo grande, algunos dicen que eran tres millones de personas, con sus ganados, andaba por el desierto, y he ahí, una gran roca los seguía.

¿Puede usted creerlo? Mire, -¿le digo la verdad?- una historia así produce solamente dos efectos. O se toma como una fantasía bien propia de las películas e imposible que suceda, o lo creemos. No disponemos de más alternativas al leer cosas así. Lo creemos o no lo creemos.

Pero siendo que está asentado en la Biblia, ¿nos atreveremos a decir que realmente nunca sucedió tal cosa?

Nuestra fe hoy ha de ser también como la de David. éste creía en las escrituras de Moisés (el Antiguo Testamento), creyendo que Dios había hecho brotar agua de la roca, y que la roca los seguía, y así se nos llama a creer también a nosotros, pues Dios dijo de David: Este es conforme a mi corazón (Hch.13:22).

Por la fe es hemos de decir todos: Fue escrito hace años (lo que David leía, lo había escrito Moisés siglos antes) y es extraño, pero lo creo. Porque no es en la historia que yo creo tanto, sino en el Dios que la hizo.

Veamos otros casos:

Cierta vez el pueblo de Israel estaba en guerra con otro pueblo, y en el transcurso de una batalla, Diosextendió la longitud del día. Eran épocas en que se peleaba de día, y lo que sucedió en esa oportunidad fue que en vez de disponer de -digamos- unas 12 horas de luz, el día se extendió y se hizo un día doble (Josué 10:12-14). Ese tiempo adicional permitió una victoria sobre el enemigo, porque a éste no le quedó tiempo para recomponerse por la noche. La noche llegó tarde esa vez. Sin embargo, todo el mundo sabe hoy que el día y la noche dependen directamen­te de la rotación de la tierra y que siempre fue así, desde que el hombre existe.

¿Creer que haya existido tal cosa como un día más largo? Es bien difícil de aceptar. Otra vez el dilema de quien lee la Biblia: ¿Lo creo o lo tomo como una fantasía?

¿Y qué de la famosa torre de Babel? No sabemos qué tan alta llegó a ser, aunque los hombres que la edificaban querían llegar hasta el cielo... Pero no miremos ese aspecto, sino el raro: Dicen las Escrituras que cuando iban ya avanzados con la obra, Dios les cambió a todos la manera de hablar (Gén. 11:7). En ese momento Dios hizo que cada uno hablase en diferente idioma y ninguno se entendía. Eso frenó la obra, por supuesto, porque cuando uno pedía que le alcanzaran otro ladrillo los demás no tenían la menor idea de lo que decía. Repentinamente varios cientos de personas -o quizá fueran varios miles- hablan cada uno en un idioma diferente. De pronto, donde hasta hace un rato todos se entendían, nadie entiende mas nada, y existen cien idiomas distintos. ¿Qué de la nada surgieron muchos idiomas? ¿Raro, verdad? Y difícil de creer.

¿Y qué podemos decir acerca del arca de Noé? Inmensa. El propósito del Arca de Noé era salvar a todo ser viviente del diluvio. Por supuesto que para subir al arca tendrían que estar convencidos de que vendría esa tremenda lluvia y que no quedarían sobrevivientes, como Noé les decía. Pero los hombres que creyeron se salvaron y también varias parejas de cada uno de los animales existentes en esa época.

Desde un punto de vista tecnológico, el tamaño del arca puede no impresionar­nos; ya sabemos que hay buques de tamaños realmente muy grandes. Eso ni hace falta que lo creamos, porque lo entende­mos.

Pero hay algunas cosas asombrosas en la historia: Los animales vinieron en parejas y entraron al Arca en el momento justo. Mire como dice: “De los animales limpios, y de los que no eran limpios, y de las aves, y de todo lo que se arrastra sobre la tierra, de dos en dos entraron con Noé en el arca; macho y hembra, como mandó Dios a Noé”(Gén. 7:8,9). Como con un gran silbato fueron llamados todos al lugar donde estaba ese gran barco, entraron todos en fila por una sola puerta y se ubicaron adentro ordenadamen­te. ¿Quién hizo sonar ese silbato? ¿Qué historia es ésta? ¡Y habrían de convivir 150 días juntos, que fue lo que duró el diluvio! Cinco meses encerra­dos. No hace falta ser un experto en animales para darse cuenta que no se puede juntar toda clase de animales así como así; al segundo día se matarían entre ellos. Y acá estamos hablando de ¡cinco meses! La verdad que esto es bien raro; pero ¿y eso de que vinieron todos en parejas para entrar al arca? ¡Eso es MáS que raro, por favor! ¿Quién puede creer semejante cosa?

Otra vez, en un tiempo de gran hambre, donde ya no quedaba nada para comer, a una mujer se le llenaron de aceite todos los jarros y ollas que tenía, más las que había pedido prestadas (2ª.Re.4:2-7). ¡Se le llenaron todas! Y luego pudo vender ese aceite, lo que le permitió sobrevivir a ella y a su hijo hasta que pasó la hambruna. ¿Creer o no creer?

Sansón derribó con la simple fuerza de sus brazos (Jue.16:29,30) todo un templo que estaba lleno de sus enemigos y mató a miles de ellos allí. Sí, él también murió. Pero escúcheme, estamos hablando de esos templos antiguos, ¡hechos de pura piedra y sostenido por brutas columnas! ¿Creer o no creer?

¿Oyó alguna vez acerca de los muros de Jericó que cayeron ante los simples gritos de un pueblo? Toda la muralla de protección de una ciudad considerada inexpugnable por aquella época simplemente se desmoronó en el preciso instante en que el pueblo gritó (Josué 6:16 y 20). Pero vea, no fue casualidad, porque durante siete días lo único que hicieron fue rodear la ciudad caminando, solamente caminando, sin gritar. Dios les dijo que el último día debían rodear a la ciudad siete veces, y al final de la séptima vuelta gritar y correr hacia la ciudad que estaban rodeando. Y en ese momento las murallas se derribaron. ¡Vaya! Es difícil pensar en una coincidencia; de veras que es raro...

¿Y qué de las veces que fuego venido directamente del cielo caía sobre personas, sobre ciudades, o sobre altares que estaban preparados para celebrar sacrificios? Y no caía en cualquier momento, sino después de órdenes dadas expresamente. (Gén. 15:17; 19:24; éx. 9:24; 1ª Re. 18:38; 2ª Re. 1:10,12).

Raro, ¿verdad?

Tan raro como que Jesús caminara sobre el agua y se les apareciera a sus discípulos en el medio del lago y en medio de una gran tormenta (Mt. 14:25,26). Y no solamente se contentó con aparecérseles así en el medio del lago, sino que después también Pedro (futuro apóstol, pero en ese tiempo simple pescador) caminó sobre el agua. En otra oportunidad calmó una tremenda tormenta con simple­mente decirle que se callara (Mt.8:26,27). ¿Cuándo se habrán asombrado más los futuros apóstoles? ¿Cuando vieron que Jesús caminaba sobre el agua o cuando lo oyeron reprender la tormenta y a esta obedeciendo? Tan raro como que Jesús con simplemente decir una palabra sanara a leprosos, a ciegos, a rengos; que resucitara al hijo único de una viuda o a su amigo Lázaro, quien había muerto hacía ya tres días.

Tan raro como la historia de la resurrección de Jesucristo. Tan raro como oír que Jesús ocupó su lugar y mi lugar en el infierno, para salvarnos de ese infierno.

Mucha gente no puede creer en la Biblia porque tiene muchas cosas incomprensibles para nosotros. Hay tantas cosas que nos hacen preguntarnos ¿cómo puede ser esto?

Hoy se sabe que muchas cosas escritas en la Biblia realmente han sucedido, pues el día doble ha sido comproba­do astronómicamente, restos del diluvio y del arca se han hallado, y así con muchas otras cosas. Sin embargo, lo más importante para Usted y para mí es sencillamente si la creemos o no.

El rey David que escribió lo que leímos al principio, vivió siglos después de que sucediera lo de la roca que los seguía. Pero él cree, y escribe su propia manifestación de fe. En otras palabras está diciendo: "¡Creo en Tí, oh Dios!".

¿Usted cree que a David no le parecía raro que una piedra siga a un pueblo por el desierto por el cual anduvieron 40 años, y que continuamente brotara agua de ella para mantenerlos? Yo estoy seguro que sí. Pero NO LE PARECIA RARO QUE DIOS PUDIERA HACERLO.

David y los demás escritores bíblicos que nos trajeron esos diferentes relatos, hicieron lo que Usted y yo debemos hacer: PODEMOS mirar a esos eventos y asombrarnos por lo extraños que son, pero DEBEMOS mirar AL QUE HIZO ESAS COSAS. Porque las cosas raras sólo nos muestran que Dios es sumamente poderoso, más allá de nuestra capacidad para comprenderlo.

Dios dijo varias cosas importantes. Una, que moriremos en nuestros pecados, que iremos al infierno por causa de nuestras maldades, a menos que aceptemos la salvación que él nos ofrece.

Y, bueno, la salvación que él ofrece nos parece rara. Nosotros quisiéra­mos borrar con el codo nuestros pecados y preferiríamos tratar de empezar a hacer las cosas bien, de no hacer más pecado y de poder salvarnos así, por nuestros esfuerzos. Pero no. él dispuso que sea por medio de la fe, por medio del creer en UNA OBRA QUE éL YA HIZO, y no por nuestros esfuerzos. No por nuestros esfuerzos, no por nuestras reuniones religiosas, no porque cantemos emocionados, ni siquiera por arrepentirnos de haber hecho mal.

De paso recordemos que el arrepentimiento es necesario para la salvación, pero no somos salvos porque nos arrepentimos. Podemos arrepentirnos de todo corazón del mal que hayamos hecho; podemos ser sumamente sinceros en lamentarlo y proponernos que jamás haremos mal otra vez, y cumplirlo si tenemos fuerza de voluntad y no pecar nunca más. Pero no es eso lo que nos salvará. Es cierto que sin arrepentimiento no hay salvación, pero la salvación no la da el hecho de arrepentirnos, sino que SOLAMENTE LA DA JESUCRISTO.

¿Usted desea andar en buena relación con Dios? Acepte lo raro. Déle a Dios el crédito de que él puede hacerlo tal como él dice que lo hará. No crea que las cosas son como Usted las piensa. Son como él -DIOS- las piensa.

Dios pensó en salvar del infierno a todo aquél que cree que Jesucristo es Su Hijo, y que este Hijo Suyo fuese crucificado y muriese en reemplazo nuestro. Jesús estuvo tres días en el infierno, y dejó allí los pecados de todo aquél que lo crea. Dios da vida a todo hombre o mujer que puede creer que Cristo lo hizo. Y la vida que da es la misma vida que sacó a Jesucristo de aquel infierno. Si Dios sacó a Jesús de allí, también saca de ese lugar a todos los que creen en Jesús como Salvador.

En una oportunidad, durante aquél tiempo de andar 40 años por el desierto, en cierto lugar se encontraron con serpientes que picaban al pueblo y éste moría. Esta es un figura muy clara para nosotros. La serpiente, que representa lo maligno, clava su veneno en nosotros y nos moriremos irremediable­mente.

¿Y qué hizo Dios? No eliminó a las serpientes. Eligió otra vez una manera rara, pero era una manera que daba la salvación por medio de fe.

Le dijo a Moisés que hiciese una figura de bronce de la serpiente que les estaba picando, y que la levantara alto, sobre una estaca, para que todos pudiesen verla desde cualquier parte del campamento. Y si aquél que era picado por alguna serpiente miraba -sí, solamente debía mirarla, ¡aún desde lejos!- a la serpiente de bronce, a ese el veneno no lo mataba (Núm. 21:6-9).

¿Qué hizo Dios para salvar? ¿Mató a las serpientes? No. Le dijo al pueblo: Todo aquél que CREA MIS PALABRAS -que con solo mirar se puede ser libre del veneno-, SERA SALVO. La serpiente era una simple chapa de bronce, sin poderes de ningún tipo. Pero es que la miraba creía en la palabra de Dios, no en lo que era la chapa.

Creerle a Dios salva al hombre. Dios se deleita en oír que el hombre y la mujer le creen y se deleita en mostrarle al hombre de mil maneras -todas ellas raras al entendimiento humano- de que él es más que poderoso para hacer todo lo que dijo.

David mencionaba en la poesía de su salmo lo que decían las Escrituras que existían en su época, que habían sido escritas por Moisés tantos años antes. David no llegó a dudar si semejante historia sería cierta... ¿Sabe por qué? Porque él amaba a Dios, y debido a eso Dios le había concedido CREER aun en las cosas difíciles de creer...

La cosa se repite con nosotros hoy.

Tenemos una Escritura y una persona que murió en una cruz por nosotros para salvarnos y para darnos nueva vida en su resurrección y con ella una nueva oportunidad frente a Dios. Pero claro, eso sucedió hace dos mil años... Usted y yo podemos dudar de los escritores, podemos dudar de que realmente haya sido todo como dicen que fue, podemos dudar de que realmente la intención de Jesús haya sido nuestra salvación... O podemos escoger la actitud de David, aquél rey sobre Israel, y CREER en la Palabra de Dios.

David podía cantar con sencillez de fe acerca de aquella cosa tan rara que Dios había hecho para salvar a su pueblo de morir en el desierto...

¿Le es muy difícil a Usted tener la misma sencillez de fe para creer en esa cosa tan rara que Dios hizo para salvar a sus amados del infierno?

Si le es difícil, quizá un examen de conciencia ayude a definir con más claridad cómo es el Dios en el que decimos creer. Es necesario saber si realmente se cree que Dios es poderoso.

No tenga miedo de hacerse Usted mismo la pregunta.

Muchas veces nos engañamos a nosotros mismos.

Pero en estas cosas de vida o muerte -eternas-

no estaría de más...

...¡qué lo tengamos claro!